En medio del camino, una gran piedra descansa tranquila. Hace muchos años que llegó allí rodando ladera abajo. Y ahí está: inmóvil, pesada, enorme y paciente.
Su presencia es notable ¿Un alto en el camino para sentarte y descansar sobre ella? O quizá está ahí para que contemples su porte, su belleza y su infinita elegancia. Justo ahí: en medio del camino…
Una gran piedra, que es el testimonio de miles de millones de años, se conforma con el paisaje, se funde en él como una paletada de color en un lienzo nuevo. Sin ella, el cuadro resulta incompleto.
Estaba tras una curva, después de una gran pendiente de guijarros fracturados: tierra sin sombra, polvorienta y sedienta. Parada obligada, un hito en el camino, un lugar donde el pensamiento y la emoción inevitablemente se encuentran y saludan.
Una piedra en el camino puede ser una fortuita oportunidad. Puedes sortearla por algunos de sus lados, seguir adelante y todo está bien. Pero también es esa posibilidad para pararte, mirarla, reconocerla, acariciar sus relieves, sus agujeros, observar sus líquenes y todos sus colores. Sentir como la piel se convierte en piedra. Y también esto estará bien: toda ella será parte de ese gran paisaje que es vivir…
Tránsitos 
Recuerdo una piedra exactamente igual, en medio de una colada, puesta ex profeso para evitar la circulación por la misma de vehículos a motor, en especial el de cierto alcalde que tenía dicha pista como su circuito particular de rally.
Hubo una historia de amor entre la piedra y el vehículo, nada más colocar la misma a modo de bolardo cierta tarde-noche……
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Por lo que me dices, se la pusieron a posta, jajaja. Esta no es el caso… La ladera derecha, con tierras de yesos y una fuerte pendiente acaba por soltar poco a poco las piedras a través de la erosión… Que te voy a contar 😉 Y como deja paso a los vehículos, pues ahí quedo esa gran piedra… Es realmente grande la amiga.
Un abrazo, Andrés!!!
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