Cuerdas rotas, tablas caídas y un abismo infranqueable. Como los restos de un lento naufragio con más de mil noches sin luna. La mirada fija en aquella extraña bifurcación que se adentraba en el espeso bosque sin nombres. Todo era desconocido… Nuevo.
Pero eso… Eso sucedió ayer. Porque hoy, mientras caminaba por una de las márgenes del río en la espesura bosque, al levantar la mirada encontré un puente. Tambien nuevo… No es un puente cualquiera: es un lugar para la comunicación, un punto de encuentro, un lenguaje necesariamente amable y quien sabe cuántas posibilidades más…
¡Y ahí estoy! Dispuesto a cruzarlo para encontrarme, una vez más, contigo…
¡Me ha encantado !
Un abrazo.
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Muchísimas gracias, Claudia! Un abrazo!
🙂
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