Música y paz. Un remanso en el bosque o un oasis del alma: descanso para un cuerpo fatigado. Un instante, quizá, para sosegar la mente. La mirada se adentra en los reflejos del agua: prisma de un universo que porta en su interior la vida; lo salvaje.
La prisa ausente, el tiempo infinito. La verdad toma formas de hojas de zarza, gránulos de piedra y sonidos del agua. Me sumerjo en un sentimiento intenso que conozco desde siempre. Lo busco, lo urjo y lo aspiro, hasta que cada átomo de mi conciencia retoma todas sus figuras. Regreso al equilibrio indomesticable, pero necesario…
Vivir es una travesía muchas veces intrincada, como estas raíces que se hunden en la roca, explorando cada posibilidad. Grietas que se abren como caminos infinitos. Luces que aturden e incrementan las distancias entre el corazón y sus anhelos.
Regresar a la esencia… Esto es lo más urgente.
Una buena analogía.
Saluditos!
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Gracias. Otro para tí!
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