La ventana de la estación

La vieja ventana de la estación de Cornicabra ya no tiene cristales. Nadie mira a través de ella con la esperanza de ver llegar el tren. Un amor que llega, otro que se va, niños nerviosos por la emoción de viajar por primera vez a la capital… Mil historias quedaron escritas en estos muros hoy olvidados. La ventana que un día fue los ojos y el corazón de tantas personas, hoy es testigo impasible de la lenta agonía de su compañera de viajes: una vieja acacia que agoniza ante la falta de agua. Sus escasas hojas esconden la angustia parda y amarilla bajo una fina capa de esta tierra marchita con lunas y con margas.

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