Treinta y uno de diciembre de 2017. Ya se nos va yendo el año vereda abajo. Camina despacio, y en sus pensamientos y fardos, la certeza de haber sido un tiempo especial: como todos los años que se suceden desde que el ser humano los cuenta y nombra.
Punto de inflexión en los propósitos futuros, que ahora se descubren nuevos y flamantes. Quizá escondidos aún entre la maleza de los días que han de llegar. Y así, un instante en el universo de cada cual para examinar también el pasado, acomodar las vivencias, descubrir la suavidad y el aroma de aquellos besos dados; también de aquellos con los que hemos sido regalados y sin esperarlo.
Un segundo en la inmensidad de todos los espacios para cerrar los ojos y encontrarme conmigo mismo para entender que no necesito nada más que el calor de tus manos, el timbre de tu voz, unas caricias furtivas y una sonrisa filtrada con los rayos del sol de mi ventana.
Nada existe que sea más urgente que el amor. Y por ello estoy aquí escribiendo estas breves lineas, porque quiero desearte un nuevo año abarrotado de amor.
Feliz año! 🙂