Los pies siempre me llevan al bosque, como queriendo seguir los pasos del corazón. De su espesura y esplendor surge una música ancestral que lo impregna todo a base de formas, olores, colores y texturas. Música necesaria para sanar las heridas de lo común y absurdo de este tiempo caduco y vulgar.
Me gusta mirar hacia arriba en medio de la arboleda y observar la majestuosidad de unos troncos buscando la luz del sol como sustento. No necesitan nada más que esto: tierra, agua y el día: sé que de noche juegan con la luna y las estrellas. Pero eso, amigo, es su secreto. Los pájaros duermen seguros en sus ramas: éstas son los abrazos más tiernos de la tierra.
Al cabo de un tiempo nace la conexión perfecta y sublime del hombre y la naturaleza. Las sendas llevan al agua, el agua a la vida, y la vida de nuevo a la tierra siempre sedienta en esta suerte de ciclos infinitos e imperfectos.
La melodía del arroyo cayendo sobre la piedra: el musgo atenúa su son, mientras los verdes se recrean elaborando tonalidades vivas y brillantes. Son la conjunción perfecta: el equilibrio y sueño despierto del planeta.
Me gusta adentrarme en los bosques, sí… Descubrir estos lugares, que son tesoros, y pararme un rato a compartir con ellos un instante de vida: como indagando en un silencio perfectamente afinado.
Sombra y sol; agua y tierra; aire y música: vértices del espacio inmenso impregnando la vida en su más asombrosa expresión. Y ahí me encuentro y me descubro, porque esto soy yo.
Muy bonita.
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Gracias, Car. Un abrazo!
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Such treasure
So much splendor
In breathing Nature 🍸
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Thanks, kutukamus. My best wishes 🙂
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Hermosas palabras, gracias por compartirlas.
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Gracias a ti por darte una vuelta por aquí y leerlas. Un saludo 🙂
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