El manantial helado

La quietud y el silencio dibujan espacios enormes y vacíos. Todo parece inmóvil y eterno; como el eco de mis pasos sobre el hielo quebradizo. Éste se divierte correteando por entre los troncos desnudos y sus ramas. Hoy el manantial duerme y la tierra se resiste a mostrar todos sus presentes.

De la calma al movimiento basta solo un suspiro o una sonrisa. Una mano que viene y que se apoya en el hombro, delicada, y resbalando por tu espalda suavemente, puede desencadenar una tormenta de cariño, un huracán de besos o un tornado de abrazos y cuerpos entrelazados.

Nada permanece quieto: es solo una ilusión tan fugaz como un pensamiento inesperado. Todo se renueva: hasta la fuente de líquido consumado en hielo. Mañana correrá ladera abajo salpicando el musgo de las piedras y acariciando, una vez más, tu cara y tu alegría. Abril duerme. No le despiertes aún: no hay premura…

 


Silencio inmóvil
Bálsamos contenidos
Abril durmiente

 

6 comentarios en “El manantial helado

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