La danza

Y cuando finalmente me decidí a abrir los ojos, pude contemplar el mayor de los milagros que la naturaleza quiere, tantas veces, regalarnos. Fue entonces cuando recuperé todas y cada una de mis verdades: que los duendes sí trabajan de noche; que las hadas se esconden detrás de las bellotas y las flores; que los enanos viven en las cuevas o en diminutas casas en las espesuras de los bosques; que el sol y la luna hacen el amor algunas noches y por eso cada día puedo encontrar más y más estrellas, que son las hermanas de Cupido y el Universo entero.

Por eso, cuando abrí los ojos aquella tarde, en el corazón del bosque encantado, pude ver las cosas como son y no como nos las contaron: vi cantar a las hadas con los pájaros y a los árboles, muy alegres, danzando…

 

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